Muchos padres se habrán preguntado si lo están haciendo bien a nivel de comunicación entre padres e hijos. A medida que se van acercando a cierta edad, y sobre todo en la etapa de la pre y la adolescencia, es probable que cueste más establecer vínculos debido a la etapa que los jóvenes están viviendo. Evidentemente y como siempre comentamos, cada persona y cada familia tiene su situación personal y debemos entender todas las circunstancias y situaciones que se nos presentan.
Si hay un ambiente familiar favorable y no se crean conflictos a menudo, es muy probable que la comunicación entre padres e hijos sea fluida y de calidad. Entre otros consejos, nosotros recomendamos pasar tiempo en familia (para conocernos los unos a los otros de manera óptima y poder adaptarnos a cada persona y a cada situación) y aprovecharlo al máximo cuando lo estamos haciendo. Somos conscientes de que pasamos poco tiempo con nuestros seres queridos, y más concretamente con nuestros hijos, y por eso debemos saber sacar tiempo y disfrutarlo para una mejor relación, convivencia y comunicación entre todos.
Consejos para mejorar la comunicación con nuestros hijos
En Durcal, valoramos muy positivamente tener una muy buena comunicación con nuestros familiares. Somos plenamente conscientes de que cada familia es un mundo (y lo es), pero nos gusta fomentar los buenos hábitos entre sus miembros para que la armonía y la tranquilidad de todos.
- Demostrar siempre que estamos ahí para ellos y que pueden contar con nosotros para lo que sea.
- Tratarlos de igual a igual, confiando en ellos, para que luego ellos confíen en nosotros.
- Ser empáticos al comunicar las cosas: tener siempre en cuenta cómo se podrán sentir.
- Escuchar siempre sus respuestas y ser comprensivos con sus sentimientos y emociones.
- Pedirles opinión o consejo en ciertas situaciones para que se sientan partícipes de nuestras vidas. Es decir, incluirlos en nuestro día a día.
Actividades para mejorar la comunicación
Además de seguir estos consejos, también proponemos una serie de actividades para fomentar esta comunicación y mejorar la relación entre padres e hijos de una forma dinámica y favorable para ambas partes.
Cocinar y comer juntos
Es común pensar que la cocina es un buen espacio para compartir. Ya sean pensamientos, emociones o estados de ánimo. Sea como sea nuestra cocina, nos gusta pasar tiempo en ella, y es una forma de habilitar un espacio para hablar y establecer relaciones. Por eso, recomendamos pasar tiempo juntos en ella y disfrutar de las comidas compartiendo sabores, experiencias y sensaciones. Así podremos conocer más los gustos de cada uno y adaptarnos más fácilmente.
Practicar un deporte en familia
Si practicamos deporte en familia podemos sacar muchos beneficios tanto físicos como psicológicos. Cuando hacemos deporte, no solamente estamos entrenando nuestro cuerpo físico poniéndolo a prueba de agilidad, resistencia y tonificación, sino que también la salud mental juega un papel muy importante. Lo que producimos cuando hacemos deporte previene el nerviosismo, la ansiedad o la depresión, además defuturas enfermedades cardiovasculares.
Por otro lado, aparte de ser beneficioso para la salud física y mental, también aporta valores de trabajo en equipo, disciplina y competitividad que pueden ser favorables para tener una buena comunicación después. Hacer piña con la familia es importante, tanto dentro como fuera de pistas.
Juegos de mesa
Aunque parezca un poco clásico o pasado de moda, los juegos de mesa fomentan la oportunidad de compartir momentos de calidad en familia. Este tipo de dinámicas pueden ser beneficiosas para la comunicación y para las propias relaciones, dado que nos mostramos de una forma u otra y potenciamos situaciones en las que tenemos que actuar según lo estén haciendo los demás, así que ponemos en práctica nuestras habilidades y además conocemos al resto de miembros.
Estos son algunos ejemplos que podemos llevar a cabo para fomentar la comunicación con nuestros hijos y hacer que sea fluida y de calidad. Pero lo más importante que queremos enfatizar es el hecho de hacer partícipes a nuestros hijos de nuestras vidas: tener tiempo y espacio para compartir y conectar con ellos, expresar sentimientos o emociones para que ellos también valoren la importancia de ser escuchado y, sobretodo, no juzgarlos por la edad que tengan cuando hablemos con ellos de ciertas situaciones. Aunque pensemos que no podrán entenderlo o asimilarlo, debemos tratarlos como trataríamos al resto de familiares o compañeros, siempre teniendo en cuenta que no somos sus amigos, sino sus padres.