Cuando una persona sufre agotamiento físico, mental y emocional debido a su trabajo se dice que está ‘quemado/a’. De hecho, en los últimos tiempos se ha popularizado el término burnout para describir a aquellas personas, especialmente las que han escogido su profesión de forma vocacional, que padecen estrés o ansiedad laborales, normalmente causadas por el entorno laboral y/o las condiciones de trabajo.
Un cuidador, que tiene la enorme responsabilidad de encargarse del bienestar de una persona mayor, también puede sufrir este tipo de burnouts, conocidos como ‘síndrome del cuidador quemado’. Hay que tener en cuenta que este tipo de trabajos, además de ser vocacionales también, llevan consigo una gran carga de presión porque la vida y la comodidad de otra persona depende de ellos.
Si notamos algún síntoma es necesario tomar medidas para cortar el síndrome de raíz y hacer que no vaya a más. Pero, ¿cómo evitarlo? Hoy explicaremos qué puede provocar el burnout en un cuidador y qué soluciones existen para paliarlo, ya que, si el cuidador está bien y a gusto, la persona mayor también lo estará.
¿Qué es el Síndrome del Cuidador Quemado?
El síndrome del cuidador quemado funciona igual que un burnout laboral: se trata de un desgaste emocional y físico devastador que afecta a la persona que cuida y vive con una persona mayor o dependiente. Estos síntomas, y otros que comentaremos a lo largo del post, surgen porque al final, la vida del cuidador solo consiste en el trabajo, llegando a afectar a su vida personal y generando cansancio, sobrecarga y estrés.
No podemos olvidar, como hemos dicho antes, que cuidar a una persona mayor es una gran responsabilidad y un trabajo muy duro y demandante. Si a esas características ya de por sí complejas le sumamos el hecho de que hay veces en las que el cuidador vive y atiende la mayor las 24 del día, es normal que aparezcan este tipo de síntomas, sobre todo entre los familiares que también son cuidadores.
Cuando se produce el síndrome del cuidador quemado existe una dicotomía: mientras que, con un cuidado constante, la persona mayor puede mejorar, la salud del cuidador va a ir empeorando poco a poco. Es más, el cuidador puede incluso ir a peor si la persona mayor no mejora debido a la frustración y a la preocupación que debe sentir en esos momentos.
De ahí que, una vez más, una detección a tiempo de este síndrome pueda ayudarnos a tratarlo a tiempo y con las menores secuelas posibles.
¿Cómo aparece?
Cuando tenemos en nuestra familia a una persona mayor o dependiente solemos centrarnos solamente en ellas, sin pensar en cómo pueden estar viviendo esos momentos las personas que la cuidan. Para que el mayor pueda mejorar, se cuide, se tome sus correspondientes medicamentos o siga la dieta indicada por el médico, necesita haber a su lado un cuidador, que se encargue de que la persona esté en perfectas condiciones y no se salte ninguna de sus indicaciones.
El cuidador suele ser una persona invisible a nivel emocional, tanto para los familiares como para sí misma, ya que se vuelca en el cuidado de otra, tanto que, en ocasiones, puede olvidarse de ella misma y de prestarse la atención necesaria. De ahí que la profesión de cuidador sea vocacional, pues tienes que poner tu ser al servicio de otra persona y, por lo tanto, su trabajo debe ser reconocido y hay que ayudarles si sufren algún tipo de problema.
El cuidador puede estar bien al comienzo de su trabajo, en el que, poco a copo, asume cada vez más carga física y psicológica, pues se tiene que responsabilizar completamente de la salud del ‘paciente’ (comida, cuidados básicos, medicación, estimulación física y cognitiva, higiene, etc.). Existen tantos elementos de los que estar pendiente y el cuidado debe ser tan constante que, al final, al cuidador le absorbe la vida de otra persona y, poco a poco, pierde independencia. No presta atención a su vida personal, familiar y social. Al final, acaba desatendiendo sus necesidades básicas en aras de otra persona, pero la realidad es distinta: si no nos cuidamos bien a nosotros mismos, no seremos capaces de cuidar adecuadamente a los demás.
Causas del Síndrome del cuidador quemado
Normalmente es al año cuando comienza a aparecer el síndrome del cuidador quemado en aquellas personas que acaban agotadas y comienzan a padecer alteraciones físicas, emocionales e incluso sociales que llegan a desequilibrar muchos aspectos de su vida personal.
La primera de las causas de la aparición de este síndrome es el continuo estrés bajo el que se encuentra un cuidador por las batallas con el paciente para ejercer los cuidados que requiere. Muchas veces no es tan fácil como parece tratar como amigo o familiar al paciente y en qué otro momento se debe ejercer solamente el papel de cuidador. Muchas veces las ganas de ayudar a la persona mayor a mejorar hacen que los cuidadores generen unas expectativas exageradas o irreales que, al no verse cumplidas, generan estrés y ansiedad.
La aparición del síndrome también puede deberse a una falta de control sobre la situación en la que está el mayor y que el cuidador, aunque quiera, no puede resolver a corto plazo. Puede ser falta de dinero, recursos y habilidades para gestionar el cuidado de la persona. Si el cuidador, además de preocuparse de su propia vida, tiene que hacer malabares para coordinar la del mayor, el estrés no hace más que aumentar.
Muchas veces la necesidad de perfección en el trabajo y una autoexigencia exagerada pueden pasarnos mala factura, ya que, aunque no lo parezca, el cuidador también puede contar con los familiares de la persona mayor o con los servicios del Estado. Existen, por tanto, muchas señales para detectar la aparición y crecimiento del síndrome del cuidador quemado, tanto físicos como emocionales o sociales. Veamos algunos de ellos:
Indicadores físicos
- Agotamiento y fatiga crónica.
- Aumento o disminución del apetito.
- Trastornos del sueño (como insomnio o somnolencia de día).
- Dolores musculares y molestias digestivas.
- Consumo abusivo de bebidas con cafeína, alcohol.
- Consumo excesivo de tabaco.
- Abuso de medicamentos para dormir.
- Abandono de uno mismo (aspecto, higiene, hobbies…).
Síntomas emocionales
- Tristeza e irritabilidad.
- Cambios de humor frecuentes.
- Pérdida de memoria, de atención o de concentración.
- Depresión y ansiedad.
Síntomas sociales
- Aislamiento social.
- Aislamiento familiar.
- Pérdida de interés en las actividades o momentos de ocio que antes se disfrutaban.
- Falta de consideración con las personas de alrededor.
- Pérdida de relación con amistades, familiares y compañeros.
- Problemas laborales.
¿Qué hacer si se experimenta el síndrome?
Si eres un cuidador y has detectado alguno de los síntomas que acabamos de comentar o has contratado a una persona para cuidar a un mayor qué crees que pueda tener este síndrome, hemos preparado algunos consejos para ayudar a superar el síndrome del cuidador quemado.
Lo primero que recomendamos hacer es recuperar el control de la situación. Si hay algún cambio en los cuidados de la persona mayor que te han ‘descolocado’, es momento de volver a coger las riendas de la situación e investigar sobre todos los temas que puedan ayudar a desarrollar tu trabajo mejor: la medicación, el progreso de la enfermedad, etc. Es necesario reconocer que cuidar de una persona dependiente es una labor muy compleja y demandante y reconocer el mérito como cuidadores.
El segundo paso es no olvidarse de cuidarse a uno mismo, ya que solamente así podremos a su vez dar los cuidados necesarios a otras personas. Para ello puedes seguir alguna de estas rutinas:
Algunos consejos
- Tomarse 2 horas como mínimo diarias dedicadas a realizar asuntos propios.
- Hacer ejercicio todos los días para eliminar toxinas y despejar la mente.
- Seguir manteniendo los hobbies o actividades que nos hacen felices.
- No descuidar las relaciones sociales.
- Mantener una higiene correcta. Este hábito tendrá un impacto positivo en el estado emocional del cuidador.
- Seguir una dieta equilibrada.
- Intentar dormir las horas necesarias, priorizando la noche si es posible.
Es también importante, y se suele olvidar, poner límites a todas las demandas de la persona mayor a la que se está cuidado. Hay que tener en cuenta que algunos mayores pueden volverse demasiado dependientes y pedir atención o ayuda cuando en realidad no la necesitan. Hay que conocer sus límites, pero también lo que pueden realizar por sí mismos, aunque sea de forma más lenta. Apoyarles a la hora de conseguir independencia y confianza en ellos mismos también es fundamental para que no desarrollen miedo.
Es más, es necesario para el cuidador delegar ciertas responsabilidades del cuidado para que la situación no nos sobrepase y acabar desarrollando el síndrome del cuidador quemado. Las máximas son: no es necesario entregar todo nuestro ser y hay que acordarse de que no todo depende de nosotros.
La tercera forma de no acabar quemados es no tener miedo a consultar a profesionales de la salud mental (psicólogos o psiquiatras) ni de expresar lo que se siente a la hora de estar tan sobrepasado en el trabajo. Es necesario soltar esa frustración, temor o resentimiento que se puede ir almacenando. Si se es propenso a desarrollar estrés, una gran práctica que se puede realizar en casa de forma simple es la meditación o alguna técnica de relajación como el yoga.
Planificar áreas
Para asegurar que se tiene tiempo durante el día para distintas áreas, el cuidador puede planificar las actividades que realizará durante la semana y así asegurarse unas horas para sí mismo. Una buena práctica a seguir es establecer prioridades a l ahora de organizarlas: de más urgente a menos importante.
El cuidador será el pilar de la persona mayor, ya que la atenderá y cuidará cuando los familiares no puedan. Es importante prestar atención a las señales y no invisibilizar su trabajo, además de escucharle y detectar si está siendo sometido a mucha carga de trabajo o estrés. Esa situación no es buena para nadie, ya que si el cuidador no se encuentra a gusto, tampoco cuidará de la misma forma a la persona mayor porque no podrá mentalmente.
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