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Viviendas compartidas para personas mayores, ¿una buena opción?

Viviendas compartidas para personas mayores

El envejecimiento de la población es un fenómeno global que está transformando la estructura demográfica de muchos países. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la proporción de personas mayores de 60 años se duplicará para el año 2050, representando un desafío significativo para las sociedades en términos de cuidado, bienestar y vivienda. A medida que las personas envejecen, enfrentan numerosos desafíos. Uno de los más críticos es el acceso a viviendas adecuadas que satisfagan sus necesidades cambiantes. Las opciones tradicionales, como las residencias de ancianos o vivir de manera independiente, a menudo no abordan todos los aspectos del bienestar de los mayores, especialmente en términos de socialización y apoyo comunitario. Por ello, las viviendas compartidas para personas mayores son una tendencia que no deja de crecer. Pero ¿qué son exactamente? A continuación los detalles, ¡empezamos! 

¿Qué son las viviendas compartidas para personas mayores? 

Viviendas compartidas para personas mayores

Las viviendas compartidas para personas mayores, también conocidas como “co-housing” para mayores, son un modelo de vivienda colaborativa donde varias personas mayores comparten un espacio residencial diseñado para fomentar la convivencia y el apoyo mutuo. Este concepto se basa en la idea de crear comunidades intencionales donde los residentes no solo comparten un espacio físico, sino también una vida comunitaria activa y significativa.

En estas viviendas, cada residente suele tener su propio espacio privado (como una habitación o un pequeño apartamento), mientras que comparten áreas comunes como cocinas, salas de estar, jardines y espacios recreativos. El objetivo es proporcionar una alternativa a la vivienda tradicional que promueva la independencia, pero también ofrezca oportunidades de socialización y apoyo comunitario.

Existen varias modalidades de viviendas compartidas para personas mayores, cada una con características y estructuras únicas:

Co-housing

El co-housing es un tipo de comunidad intencional donde los residentes participan activamente en el diseño y la gestión del vecindario. Las viviendas suelen estar agrupadas en torno a áreas comunes y los residentes comparten responsabilidades y decisiones comunitarias.

Casas multigeneracionales 

Este modelo reúne a personas de diferentes generaciones bajo un mismo techo o en un complejo residencial. La convivencia intergeneracional puede enriquecer la vida de los mayores al permitirles interactuar con personas más jóvenes, incluidas familias con niños.

Cooperativas de vivienda

En una cooperativa de vivienda, los residentes son copropietarios de la propiedad y tienen una participación en la gestión y mantenimiento de la comunidad. Este modelo promueve la responsabilidad compartida y la toma de decisiones colectiva.

Casas de convivencia

En este modelo, un grupo reducido de personas mayores comparte una casa grande o un apartamento con múltiples habitaciones. Comparten todas las áreas comunes y las responsabilidades diarias, creando un ambiente de familia extendida.

Cada una de estas modalidades ofrece diferentes beneficios y puede adaptarse a las necesidades y preferencias individuales de los mayores. La elección del tipo de vivienda compartida depende de factores como el nivel de independencia deseado, la necesidad de apoyo comunitario, y las preferencias personales en cuanto a la convivencia.

Ventajas de viviendas compartidas para personas mayores

Reducción de la soledad y el aislamiento

La soledad y el aislamiento social son problemas comunes entre las personas mayores, que pueden afectar negativamente su salud mental y física. Las viviendas compartidas proporcionan un entorno donde los residentes pueden interactuar diariamente, fomentando las relaciones sociales y combatiendo la soledad.

Las actividades comunitarias, como comidas compartidas, eventos sociales y proyectos en grupo, crean oportunidades constantes para la interacción y el establecimiento de vínculos significativos.

Creación de una comunidad de apoyo

Vivir en una comunidad de co-housing permite a los mayores formar una red de apoyo mutuo. Los residentes pueden ayudarse entre sí con tareas diarias, brindando asistencia emocional y práctica.

Esta red de apoyo puede ser crucial en momentos de necesidad, ofreciendo una sensación de seguridad y pertenencia que mejora la calidad de vida.

Reducción de costos de vivienda y servicios

Compartir una vivienda permite a los mayores reducir significativamente los costos individuales de alquiler o hipoteca. Los gastos se distribuyen entre los residentes, lo que alivia la carga financiera.

Además, compartir servicios como electricidad, agua, internet y mantenimiento reduce aún más los gastos mensuales.

Posibilidad de compartir gastos

En una vivienda compartida, los costos de servicios comunes, como la limpieza, el mantenimiento y la alimentación, pueden ser compartidos entre los residentes, lo que resulta en ahorros sustanciales.

La compra conjunta de alimentos y otros suministros puede aprovechar economías de escala, haciendo que el costo por persona sea menor.

Mejora en la salud mental y física

La vida comunitaria activa y el apoyo social tienen un impacto positivo en la salud mental de los mayores, reduciendo el riesgo de depresión y ansiedad.

La participación en actividades comunitarias, como caminatas, ejercicios grupales y talleres, promueve la actividad física y el bienestar general.

Acceso a actividades comunitarias y recreativas

Las viviendas compartidas suelen organizar una variedad de actividades recreativas y educativas que mantienen a los residentes activos y comprometidos.

Estas actividades no solo proporcionan entretenimiento, sino que también fomentan el aprendizaje continuo y el desarrollo personal, lo que es esencial para un envejecimiento saludable.

Algunos puntos a tener en cuenta

Compatibilidad entre los residentes

  • La convivencia exitosa en viviendas compartidas depende en gran medida de la compatibilidad entre los residentes. Las diferencias en estilos de vida, hábitos y personalidades pueden generar conflictos y tensiones.
  • Es fundamental realizar un proceso de selección cuidadoso y, en algunos casos, proporcionar mediación y resolución de conflictos para asegurar una convivencia armoniosa.

Autonomía y privacidad

  • Aunque la vida comunitaria ofrece numerosos beneficios, también es crucial que los residentes mantengan su autonomía y privacidad. Cada individuo necesita su propio espacio privado para sentirse cómodo y respetado.
  • Diseñar las viviendas de manera que ofrezcan áreas privadas adecuadas, junto con espacios comunes, ayuda a mantener este equilibrio necesario entre comunidad y privacidad.

Regulación y gestión

  • Para que las viviendas compartidas funcionen de manera eficiente, es esencial establecer reglas y normas claras que regulen la convivencia. Estas reglas deben abordar aspectos como la limpieza, el uso de espacios comunes, y las responsabilidades compartidas.
  • Una gestión efectiva, ya sea a través de un comité de residentes o un administrador externo, garantiza que se cumplan estas normas y se manejen adecuadamente las finanzas y el mantenimiento del lugar.

Adaptabilidad de la vivienda

  • Las viviendas deben ser accesibles para personas con movilidad reducida y adaptadas a las necesidades específicas de los mayores. Esto incluye la instalación de rampas, pasamanos, baños accesibles, y otras características de diseño universal.
  • La capacidad de adaptar las viviendas según las necesidades cambiantes de los residentes a lo largo del tiempo es crucial para asegurar su comodidad y seguridad a largo plazo.

Otras opciones de vivienda para personas mayores

Residencias de ancianos

Las residencias de ancianos ofrecen diversas ventajas y desventajas que es importante considerar. Entre los pros, destaca la atención médica y asistencia constante. 

Estas residencias cuentan con personal médico y de asistencia disponible las 24 horas del día, lo que asegura que las necesidades de salud y cuidado de los residentes sean atendidas de manera continua. Además, ofrecen servicios y actividades organizadas diseñadas específicamente para personas mayores, proporcionando múltiples oportunidades para socializar y participar en eventos recreativos.

Sin embargo, también existen contras en este tipo de viviendas. Un aspecto negativo es la menor autonomía. Los residentes pueden tener menos control sobre su rutina diaria y sus decisiones personales en comparación con las viviendas compartidas, lo que puede afectar su sentido de independencia. Otro factor a considerar es el costo elevado. Las residencias de ancianos pueden ser costosas, especialmente aquellas que ofrecen servicios de alta calidad y atención médica especializada. 

Finalmente, el ambiente institucional puede ser un inconveniente para algunos. Algunas personas pueden sentir que el entorno de una residencia de ancianos es más institucional y menos hogareño en comparación con una vivienda compartida, lo que puede afectar su bienestar emocional y su sensación de pertenencia.

Vivienda independiente 

La opción de vivienda independiente presenta varias ventajas y desventajas importantes para las personas mayores. Entre los pros, uno de los mayores beneficios es la máxima autonomía y privacidad. 

Vivir de manera independiente permite a las personas mayores mantener un alto grado de autonomía, controlando completamente su entorno y su rutina diaria, lo que contribuye a su sentido de independencia y dignidad. Además, la vivienda independiente ofrece flexibilidad en términos de ubicación, tipo de vivienda y estilo de vida, permitiendo a los mayores elegir el lugar que mejor se adapte a sus preferencias y necesidades.

No obstante, también existen contras asociadas con la vivienda independiente. Un aspecto negativo es el riesgo de aislamiento social. Las personas mayores que viven solas pueden enfrentar un mayor riesgo de soledad y aislamiento, lo cual puede afectar negativamente su salud mental y física.

Otra desventaja significativa son las responsabilidades y costos asociados. Mantener una vivienda independiente implica responsabilidades considerables y costos asociados con el mantenimiento, los servicios públicos y otras necesidades del hogar, lo que puede ser una carga tanto física como financiera. 

Finalmente, hay que considerar el acceso limitado a asistencia. En caso de emergencias o necesidades médicas, las personas mayores que viven solas pueden tener un acceso limitado a la asistencia inmediata, lo cual puede ser un factor crítico para su seguridad y bienestar. En estos casos, el Reloj Durcal puede ser una solución, ofreciendo independencia y seguridad.

 

Viviendas asistidas

Las viviendas asistidas presentan diversas ventajas para las personas mayores que requieren cierto nivel de apoyo en su vida diaria. Entre los pros, uno de los beneficios más destacados es la asistencia con actividades diarias. 

Estas viviendas ofrecen ayuda con actividades como el baño, el vestirse y la toma de medicamentos, lo que puede ser muy beneficioso para las personas mayores con limitaciones físicas o cognitivas, asegurando que reciban el cuidado necesario para mantener su calidad de vida. Además, las viviendas asistidas proporcionan servicios integrales, que suelen incluir comidas, limpieza y actividades recreativas. Esto no solo garantiza un entorno de vida cómodo y conveniente, sino que también fomenta la participación social y el bienestar general de los residentes.

Las viviendas asistidas, aunque presentan numerosas ventajas, también tienen ciertas desventajas que es importante considerar. Entre los contras, se encuentra el costo moderado a alto. Aunque generalmente son menos costosas que las residencias de ancianos, las viviendas asistidas pueden resultar caras, con costos que varían según el nivel de asistencia y los servicios ofrecidos. 

Además, estas viviendas pueden implicar una menor privacidad. Aunque ofrecen más privacidad que las residencias de ancianos, pueden tener restricciones en cuanto a la autonomía de los residentes, limitando su capacidad para tomar decisiones completamente independientes.

Otra desventaja es el ambiente menos comunitario. La interacción social en viviendas asistidas puede ser menos intensa y estructurada que en las viviendas compartidas, donde se fomenta una comunidad activa y participativa. Esto puede afectar la experiencia social y la sensación de pertenencia de los residentes, ya que la vida comunitaria no es tan prominente como en otros tipos de viviendas para personas mayores.

Conclusión 

Como hemos visto, las viviendas compartidas para personas mayores son una opción prometedora que aborda tanto la necesidad de una vivienda adecuada como la importancia de la socialización y el apoyo comunitario. Modalidades como el co-housing, las casas multigeneracionales y las cooperativas de vivienda ofrecen un equilibrio entre independencia y vida en comunidad, mejorando la calidad de vida de los mayores al reducir la soledad, crear redes de apoyo y disminuir costos.

Estas viviendas destacan frente a opciones tradicionales como las residencias de ancianos y la vivienda independiente por su capacidad de ofrecer un entorno más hogareño y menos institucional, manteniendo la autonomía y participación activa de los residentes. A pesar de los desafíos en la compatibilidad entre residentes y la necesidad de mantener un equilibrio entre privacidad y comunidad, las viviendas compartidas representan una solución inclusiva y sostenible para el envejecimiento poblacional.

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