Hoy os queremos contar la historia de Eduardo, un señor mayor residente en Pozuelo de Alarcón (Madrid) y de su hija Margarita, quien nos abrió las puertas de su casa para que pudiéramos conocerlos un poquito mejor. Eduardo vive con su mujer y su otra hija, Susana, quien padece una discapacidad. Tanto él como Margarita se abrieron completamente con nosotros y nos contaron cómo es su día a día, la relación que tienen con sus familiares y por qué decidieron que Durcal los acompañase en sus vidas.
Si tuviéramos que elegir una palabra para definir el día a día de Eduardo sería monotonía. Él vive con su mujer, también llamada Margarita, y su hija menor, Susana. Esta última padece una discapacidad, por lo tanto en sus rutinas diarias hay muchos pasos que se repiten: levantarse, desayunar, prepararse para salir y pasear tranquilamente por su zona. Los padres de Susana la protegen y la cuidan de la mejor manera posible y su hija mayor, Margarita, les ayuda en todo lo que puede. Margarita está casada y no vive en el mismo domicilio, pero están muy unidos y ella los visita prácticamente todos los días (excepto algún domingo, claro) y, según Eduardo, “nos ayuda muchísimo y levanta el ánimo”.
Margarita decidió comprarle el reloj Durcal a sus padres por un motivo principal: para evitar que se despisten alguna vez y se pierdan, especialmente su padre, dado que sufre Alzheimer desde hace un tiempo. Uno de los otros motivos principales fue para poder atenderlos si sufrían alguna caída que podría derivar en un accidente grave. Margarita, como vive fuera de su casa y no puede estar 24/7 con sus familiares, quiere estar tranquila y segura de que sus familiares están bien. Y por eso, desde hace unos meses, confía en Durcal por si algún vuelven a tener una emergencia como la que les ocurrió el pasado mes de diciembre.
La familia de Eduardo y Margarita visita con frecuencia el hospital porque su hija menor, Susana, es discapacitada. Tiene controles a menudo y, normalmente, la acompaña toda su familia. A mediados de diciembre, tuvieron que ingresar a Susana, la hija menor de la familia, por cuestiones médicas no graves. Ese día estaban con ella toda la familia: los padres Eduardo y Margarita, y su hermana mayor Margarita. Estaban en la habitación de Susana y Eduardo decidió desplazar una mesa que tenía ella para comer, con la mala suerte que se enredó las piernas y se fue al suelo. Automáticamente, el reloj Durcal detectó su caída y se activó la central de emergencias Movistar Prosegur Alarmas. Un operador se puso en contacto con Eduardo se forma inmediata y él les contó lo sucedido. Afortunadamente se encontraba, literalmente, rodeado de enfermero, enfermeras y médicos, por lo tanto Eduardo les indicó que no era necesaria la atención de emergencia. Una vez más, el operador de Movistar Prosegur Alarmas se aseguró que no necesitaba ninguna ayuda antes de finalizar la llamada. Eduardo acaba su historia con un “y aquí estamos, pudiéndolo contar”.
Eduardo y su familia hoy están muy contentos de poder contar esta historia y, sobre todo, de estar tranquilos todo el tiempo sabiendo que en cualquier momento el dispositivo puede actuar y atender a las personas que lo llevan. Eduardo nos cuenta, en particular, que le da mucha tranquilidad que su hija Margarita “esté al tanto de las cosas que me puedan pasar”, para así poder comunicarse más fácil y rápidamente. Él es consciente de que se puede despistar estando en la calle, desorientarse o incluso perderse al volver a casa, por eso está muy satisfecho con el reloj Durcal y nos confiesa abiertamente que lo recomendaría a cualquier familia que pueda estar en una situación similar, con algún familiar discapacitado y/o alguna enfermedad, y viviendo sin cuidadores.
Estamos muy felices de poder contar la historia de Eduardo y de su familia, y cada día son más las familias que confían en el reloj Durcal: un dispositivo que conecta a los familiares y les proporciona tranquilidad y seguridad en todo momento.