El Parkinson es una de las enfermedades más conocidas y, a la vez, de las que menos entendemos desde un punto de vista sociocultural. Somos conscientes de que existe y provoca ciertas reacciones físicas, pero no sabemos cómo se desarrolla o en qué consiste exactamente. La enfermedad del Parkinson consta de una serie de fases o etapas que no se pueden controlar o prever, ya que cada individuo las desarrolla de una forma distinta. Depende de la edad, el sexo y la salud previa del paciente.
Como familiares o amigos de una persona con algún problema de salud, muchas veces lo único que podemos (y debemos) hacer es informarnos y seguir las instrucciones de los médicos para mejorar en la medida que sea posible la salud emocional y la calidad de vida del paciente. Por ello, hoy hablaremos de la enfermedad del Parkinson y sus fases.
¿Qué es el Parkinson?
El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa, un trastorno del movimiento que ocurre cuando las neuronas no producen la suficiente cantidad de dopamina, – (sustancia encargada de ayudarnos a realizar movimientos con normalidad). La falta de dopamina provoca el descontrol y la alteración de los movimientos. La causa externa de esta enfermedad son el conjunto de temblores en reposo, la rigidez de las articulaciones, etc.
Actualmente no se conoce la causa específica de esta enfermedad pero existe la teoría de que su desarrollo podría deberse a factores genéticos, medioambientales o a la edad. Por eso es tan importante conocer los síntomas y detectar si se están produciendo en algún familiar, sobre todo si se trata de una persona mayor. Una detección a tiempo puede ayudarnos a actuar antes para aliviar un poco los síntomas del paciente.
Enfermedad del Parkinson: fases
La enfermedad y su desarrollo se pueden dividir en 5 etapas, aunque los síntomas pueden aparecer años antes de que la persona experimente las típicas señales del Parkinson (como los temblores). De hecho, esta sintomatología estará más relacionada con la fase de la enfermedad o su evolución que con ella en sí. Veamos cuáles son las fases para poder entenderlo mejor:
Fase 1: el inicio
Esta es la etapa en la que se realiza el diagnóstico por sospecha de Parkinson y se confirma la enfermedad. Durante esta fase el paciente presentará una serie de síntomas que serían los que diesen la voz de alarma. No afectan en gran medida a su rutina o a su vida diaria, por lo que suelen ser los familiares o amigos los que notan que algo no está yendo bien.
En esta fase todavía son síntomas muy leves y se pueden confundir con otros que no necesitan fármacos para solucionarlo, aunque sí son la rehabilitación, el ejercicio y la educación ante los cambios que se irán produciendo y afectando a la calidad de vida del paciente. Algunos de los síntomas más frecuentes en esta etapa son:
- Pequeños temblores en una zona corporal concreta.
- Cambios a la hora de caminar (como arrastrar un poco los pies).
- Rigidez en alguna parte del cuerpo (sobre todo en expresiones faciales).
- Lentitud de movimiento.
- Cambios en el estado de ánimo.
- Pérdida de olfato.
- Disnea o alteración de la respiración.
- Sensación de mareo al levantarse muy rápido.
Fase 2: respuesta terapéutica óptima
Conforme avanzamos en etapas, lamentablemente también empeoran los síntomas y, si antes no ocurría, ahora pueden afectar a ambas partes del cuerpo. Los síntomas son mucho más evidentes y relacionados con esta enfermedad, ya que pueden desarrollarse problemas para caminar, inestabilidad postural o dificultad para mantener el equilibrio. El paciente también puede padecer bradicinesia o complicaciones al realizar ciertos movimientos. Aunque la persona puede seguir viviendo sola, es necesario que a partir de ese momento se incluya en la dieta o en los hábitos la medicación para el tratamiento que dictamine el médico. Normalmente la respuesta a ellos es muy positiva y permite controlar los síntomas a largo plazo.
Fase 3: etapa intermedia
Como hemos indicado en la fase 2, los tratamientos farmacológicos suelen ser muy efectivos, pero los síntomas siguen empeorando:
- Dificultad en el equilibrio.
- Lentitud en los movimientos
- Bradicinesia más aguda.
- Dificultad para caminar erguido.
- Aumento de caídas (debido a los síntomas anteriores).
El paciente seguirá manteniendo su independencia, también en base a su edad y salud, pero habrá tareas que le cueste realizar solo/a (comer, vestirse, pasear…). Recomendamos realizar junto a la persona mayor una serie de ejercicios para mejorar la forma de andar y evitar futuras caídas.
Fase 4: respuesta terapéutica compleja
Se considera que una persona con la enfermedad de Parkinson ha llegado a esta fase porque empieza a desarrollar síntomas no motores, sobre todo trastornos cognitivos (alteraciones del sueño, somnolencia diurna, alucinaciones, dolor, fatiga…). Su tratamiento es mucho más complejo ya que no solamente requiere fármacos, sino terapia psicológica y ocupacional. Hay que tener en cuenta que el Parkinson no solamente puede crear problemas de movilidad, sino también psicológicos. Debemos estar con el paciente y tratarlo con amabilidad y paciencia.
Otro de los problemas de esta fase de la enfermedad es que los medicamentos que en la fase 2, por ejemplo, funcionaban bien, ahora puede que no sean efectivos. Pueden aparecer movimientos involuntarios del cuerpo o fluctuaciones motoras o conductuales. Como estos síntomas ya son limitantes, la persona en cuestión puede tener dificultades serias para caminar o realizar actividades del día a día. Necesitará la asistencia de otra persona que le ayude y controle que no caiga o tenga un accidente.
Fase 5: la más avanzada
Esta es la última fase de la enfermedad y, lamentablemente, la más grave: en esta etapa ya hay una ausencia de respuesta a medicamentos, por lo que se necesitan tratamientos de segunda línea. Una persona con la enfermedad de Parkinson en fase 5 puede sufrir rigidez total en las piernas, por lo que necesita obligatoriamente una persona que la cuide y vele por ella las 24 horas. Además de esta complicación física, también se suman otros problemas, que pueden o no desarrollarse ( actitud psicótica, alucinaciones prácticamente reales, problemas en las fases del sueño, depresión o ansiedad…)
Cuidados y vida social con Parkinson
Como hemos podido observar, las fases de esta enfermedad hacen que la calidad de vida del paciente empeore y necesite más ayuda progresivamente. Aunque la persona sea autónoma, nunca está de más ofrecer algo de ayuda para que pueda valerse por sí mismo/a. Además, siempre recalcamos que cuidar a alguien no es solamente ayudarle a hacer cosas, sino apoyarle, escucharle y pasar tiempo con esa persona. Puedes acompañarla a realizar alguna actividad física o intelectual. No perder el contacto social con familiares y amigos puede ayudarle a estar menos aislado y a sentirse integrado en un grupo social.
Los pacientes necesitan apoyo emocional constante y comprensión de la familia. Es normal que sus miembros se sientan frustrados o con rabia por la situación, pero es importante no sucumbir a estos sentimientos, y animar y dar mucho amor a la persona mayor que esté pasando por una enfermedad de este tipo. Siempre es muy recomendable, como familiares o cuidadores de una persona con Parkinson, preguntar a los profesionales de la salud cuál es la mejor forma de cuidar a tu ser querido, ya que cada persona puede vivir la enfermedad de una forma. La vida y el día a día de una persona con Parkinson, sobre todo en las fases más leves, debería de seguir siendo normal. Dentro de lo que se puede, hay que animar al paciente a salir a la calle y a tener una vida social activa. Psicológicamente aporta enormes beneficios y favorece su bienestar y su sensación de independencia.
Conforme avance la enfermedad también lo hará el grado de dependencia del paciente y la necesidad de darle cuidados más específicos o concretos. En estas etapas hay que revisar la vivienda habitual de la persona enferma para ver si existe alguna barrera arquitectónica que dificulte su movilidad. Lo más importante, como hemos dicho, es que lleve una vida lo más normal posible, sin la necesidad de sentir constantemente que está enfermo.
Se consideran barreras arquitectónicas la falta de ascensor para llegar a casa, cualquier obstáculo que haga más difícil caminar, puertas o pasillos muy estrechos, suelos deslizantes, transportes públicos no accesibles o muy alejados… Es completamente normal tener este tipo de dudas cuando nuestro familiar comienza a desarrollar síntomas físicos más graves.
Lo mejor que podemos hacer es hablar con el médico que lleve el caso y consultar el estado. También se puede contratar la ayuda de un profesional que cuidará a la persona de la mejor forma posible, ya que estará formado para ello.
Al final, los familiares, amigos o cuidadores son el mayor apoyo de las personas enfermas. Para hacer un poco más fácil esta complicada y horrible situación, la familia Durcal creó el reloj de teleasistencia, un pequeño aparato capaz de aportar una pequeña gran ayuda. Está conectado 24h al día a la red de Movistar Prosegur Alarmas, es capaz de detectar caídas y mide constantes vitales.
Desde la app Durcal la familia puede ver la posición de la persona en tiempo real y asegurarse de que se encuentra en perfecto estado, ya que este reloj avisa a familiares y servicios de emergencia con solo pulsar un botón. Si quieres saber más puedes ponerte en contacto con nosotros. Nuestro equipo te asesorará tanto sobre tu situación como sobre cualquier duda que puedas tener del funcionamiento del reloj. Para nosotros, la persona mayor y su familia son lo más importante.