Cada día te sientes menos eficiente en el trabajo, no te puedes concentrar, vas con desgana y prefieres evitar a tu jefe, últimamente te frustras porque no llegas a los objetivos, tareas que antes hacías con facilidad se te hacen una montaña… Así podríamos seguir todo el día.
Todas estas señales tienen un marcador común: el estrés. Como en todo, existen muchos tipos de estrés, pero este en concreto es el provocado dentro del ámbito laboral. Cuando uno está bajo mucha presión de forma constante, tiene carga excesiva de trabajo, su formación es limitada, no tiene autonomía, etc. puede desarrollar el síndrome Burnout o el síndrome de estar quemado.
El Burnout suele llevarte a un estado de agotamiento físico, mental y emocional muy alto, así como a la degradación de la autoestima, a la falta de energía, a la pérdida de interés por lo que se hace, a los trastornos adictivos, y al final provocar una depresión profunda.
¿Qué puedes hacer para mejorar la situación?
- El primer paso es parar y reflexionar. Acepta la situación de estrés que estás viviendo y reconoce que no puedes llevar a cabo el trabajo o las tareas asignadas.
- Identifica las causas del estrés para poder empezar a plantearte una solución en cada una de ellas.
- Organiza tus tareas de la más prioritaria a la menos, repártelas, establece límites en la carga de trabajo y tómate las pausas necesarias para desconectar y volver con la cabeza despejada.
- Promueve un buen ambiente de trabajo estableciendo buenas relaciones, ayudando y colaborando con tus compañeros de equipo y tu jefe.
- Cuídate a ti mismo tanto en lo físico como en lo mental. Hacer ejercicio regularmente y seguir una buena alimentación son clave para que tu cuerpo esté lleno de energía, sea fuerte y funcione de forma correcta durante el día.
- Separa siempre tu vida personal con tu vida profesional. Hay que encontrar un equilibrio entre estos dos aspectos, desconectando y dedicando el tiempo necesario en cada una de ellas.
- Valórate a ti mismo y aprende a identificar los puntos positivos y negativos. Mejorar los más negativos y reforzar los más positivos ayudarán a evitar una degradación de la autoestima.
- Finalmente, descubre tus pasiones, intereses y habilidades. Si ves que estás en un lugar donde no se te valora, donde no puedes desarrollar todos tus conocimientos o no te apasiona, va siendo hora de salir de tu zona de confort y arriesgarse a buscar algo que sí sea tu meta.
El deterioro silencioso lo podemos identificar en otros síndromes como el que vimos hace un tiempo, el de la rana hervida, ¿os acordáis? Si todavía no lo conocéis, podéis encontrarlo aquí.
Todos estos síndromes que nos afectan en nuestro día a día, tienen muchos factores en común que si no les ponemos remedio cuanto antes, pueden llegar a ser muy graves. Por ello, en caso de que te encuentres en una situación de este tipo y no sepas como arreglarla solo, es recomendable siempre buscar ayuda de un profesional para que te indique las pautas a seguir y poder mejorar.