Es muy importante prestar atención a las señales o síntomas de la disfagia. Las personas mayores pueden sufrir ciertas dificultades al ingerir alimentos que pueden desembocar en una pérdida de peso, desnutrición o deshidratación.
Esta es una de las causas de la mala alimentación en personas mayores. Afecta a 1 de cada 4 personas de más de 70 años y puede suponer una dificultad a la hora de las comidas. Te explicamos todo lo que necesitas saber si tus mayores padecen esta molesta aflicción.
¿Qué es la disfagia?
La disfagia es una enfermedad que se caracteriza por la dificultad o incluso la imposibilidad de tragar alimentos, tanto sólidos como líquidos. Los pacientes tienen problemas a la hora de hacer que los alimentos vayan de la boca al estómago en cualquier punto del proceso. Afecta a las personas mayores cuando intentan tragar, a la hora de introducir el alimento en la boca, al masticar o en el desplazamiento de este de la garganta al estómago.
La sensación que se siente cuando se produce este episodio es la de ahogo; el alimento se queda atascado o no desciende bien. No queremos, sin embargo, alarmar de más: esta dificultad puede ser ocasional y no suele ser motivo de preocupación. Si la disfagia es persistente sí puede derivar en problemas más graves de salud, por lo que recomendamos acudir al médico y exponerle los problemas que sufre la persona mayor.
El desarrollo de la disfagia está relacionado con el envejecimiento, por lo que las personas mayores son más propensas a padecerla. Es el sector de población que más riesgo tiene de sufrir determinadas enfermedades o accidentes que puedan perjudicar a la deglución.
La disfagia suele aparecer junto con otras enfermedades, como por ejemplo el Párkinson (afecta al 52%-82% de los pacientes). Pueden producirse ciertas alteraciones en las contracciones esofágicas que afecten a la ingesta de alimentos o líquidos. Los pacientes con enfermedades del sistema nervioso o neurológico (esclerosis múltiple, accidente cerebrovascular, patologías o tumores que afecten directamente a la cavidad bucal, faringe, esófago o estómago) también pueden desarrollar disfagia.
Aunque se puede presentar con mayor o menor intensidad, los síntomas más habituales de la disfagia en ancianos son:
– Dolor al tragar.
– Sensación de atragantamiento.
– Regurgitación.
– Náuseas o vómito al intentar tragar.
– Acidez estomacal.
– Disminución del apetito.
– Pérdida de peso.
– Mal aliento.
– Ronquera.
– Babeo.
Debido a los músculos y conductos que intervienen en el proceso natural de deglución, las posibles causas de la disfagia en ancianos aumentan. Siempre que hablamos de algún problema relacionado con las personas mayores, comentamos que una detección precoz es fundamental para coger el problema a tiempo y ponerle solución.
Al menor síntoma de una posible disfagia hay que acudir al médico, ya que; aunque pueda parecer una aflicción leve, si no se trata a tiempo, puede acabar en complicaciones más graves que afecten a la salud del mayor (desnutrición, y/o deshidratación derivada de la dificultad de tragar alimentos tanto líquidos o sólidos). Otras de las consecuencias de la disfagia son el atragantamiento (cuando el alimento bloquea las vías respiratorias) o la neumonía por aspiración (el alimento va a las vías respiratorias y no al esófago).
Tipos de disfagia en ancianos
Existen ciertos factores que pueden aumentar el riesgo de padecer disfagia:
– Pérdida de piezas dentales.
– Menor producción de saliva.
– Enfermedades de los músculos que intervienen en la deglución.
– Pérdida de fuerza y masa muscular.
– Estrechamientos en la faringe o la laringe.
– Efectos secundarios de medicamentos que afectan a la deglución.
– Cirugías.
La disfagia, como muchas enfermedades, tiene varios tipos, que se pueden clasificar dependiendo del área donde se ha producido la alteración y la causa detrás de la dificultad para tragar. Veamos todos los tipos detenidamente:
Disfagia orofaríngea. Se caracteriza por la dificultad para tragar en alguna de las dos primeras fases de la deglución (durante el paso del alimento o líquido desde que se introduce en la boca hasta que pasa por la faringe y llega finalmente al esófago). Si aparecen problemas de tránsito del bolo alimenticio al esófago, se pueden llegar a sufrir arcadas o tos al intentar tragar. Si es un caso más grave, este tipo de disfagia puede provocar el desvío de los alimentos y líquidos hacia la tráquea, generando riesgo de atragantamiento e infección pulmonar.
Disfagia esofágica. Respecto a la disfagia esofágica, la alteración se produce en la fase cuando el bolo alimenticio va desde el esófago al estómago. Un síntoma de este trastorno es la sensación de que los alimentos se encuentran obstruidos en el pecho o en la base de la garganta. Como en el primer caso, la disfagia esofágica causa molestias y arcadas. Puede dificultar una correcta alimentación y provocar vómitos constantes, imposibilitando por completo la alimentación.
Disfagia mecánica. La causa más común de la disfagia es la relacionada con la malformación o algún problema físico en los órganos responsables del proceso de deglución. Por lo tanto, la disfagia mecánica es la dificultad de tragar por culpa de un tumor, un estrechamiento del esófago o cuerpos extraños que obstruyen la garganta o el esófago.
Disfagia neurológica, neurogénica o neurógena. Este último tipo se produce por la existencia de algún trastorno del sistema nervioso central y periférico. Los principales daños neurológicos que pueden ocasionar este tipo de disfagia son:
– Accidente cerebrovascular.
– Traumatismo craneoencefálico.
– Ictus.
– Alzheimer.
– Párkinson.
– Esclerosis múltiple.
– Distrofia muscular.
Estas afecciones neurológicas provocan que el cerebro no mande las señales a los músculos de la garganta necesarias para que realicen el proceso de deglución de forma correcta.
Complicaciones de la disfagia en ancianos
El diagnóstico temprano de la disfagia es fundamental para evitar consecuencias graves en la salud de las personas mayores. Aunque esta aflicción puede comenzar siendo leve, la dificultad para tragar puede empeorar y desembocar en importantes complicaciones. Si un mayor tiene dificultad para ingerir líquidos o alimentos siempre va a suponer, en mayor o menor medida, un peligro para la salud. Hay que tener en cuenta que, si no pueden comer, no obtienen los nutrientes y vitaminas necesarios para vivir. Normalmente, la incapacidad de tragar se da en casos graves de disfagia esofágica. En este caso los vómitos son frecuentes y no se llega a asimilar los nutrientes.
Controlar el consumo de suficientes alimentos y mantener una correcta hidratación es básico para cualquier persona. Si nos referimos a personas mayores, es más importante todavía, ya que puede prevenir la aparición de enfermedades y ayuda a que su organismo funcione correctamente.
Estas situaciones son extremadamente peligrosas en personas mayores, por lo que es muy recomendable disponer de una herramienta que permita un servicio de teleasistencia en cualquier momento del día con solamente pulsar un botón.
Tratamiento de disfagia en ancianos
El tratamiento más común para la disfagia en ancianos está enfocado a reducir los síntomas. Sin embargo, si la situación es “muy grave”, se pueden llegar a practicar tratamientos invasivos, como las cirugías.
Si es leve, el objetivo siempre será conseguir que la persona mayor se alimente e hidrate de manera eficaz y sin riesgo y que pueda prevenir la aspiración de alimentos y líquidos hacia el sistema respiratorio. El grado de disfagia que padezca marcará las recomendaciones sobre su alimentación. Aún así, existen algunas medidas que la familia o el cuidador pueden llevar a cabo para mitigar los efectos negativos de esta afección y mejorar su calidad de vida.
¿Cómo alimentar a ancianos con disfagia?
Es necesario saber cómo alimentar a una persona mayor con dificultades para tragar y ayudar a que esta aflicción no altere su rutina alimenticia. Existen las siguientes pautas:
– Garantiza durante la comida un ambiente tranquilo, sin ruidos ni distracciones.
– Mantén el mismo horario para las comidas.
– Deja que la persona mayor, con supervisión y dentro de las posibilidades, se alimente por sí misma.
– Colócate frente a la persona mayor y a su misma altura.
– Evita conversaciones mientras come para que no haya riesgo de atragantamiento.
– Corta los alimentos en trozos pequeños y recuérdale que mastique lentamente.
– Comprueba que no quedan alimentos en la boca de la persona antes de darle una nueva porción.
– Vigila que su cabeza está inclinada hacia delante cuando trague.
– Infórmale sobre lo que va a comer y enséñaselo.
El especialista médico, una vez observe a la persona mayor, decidirá cuál es la mejor alimentación para su caso. La dieta de un paciente con disfagia debe ser equilibrada, saludable y sin texturas pegajosas o demasiado líquidas. Existen líquidos para la disfagia en forma de gelatina o mezclados con algún espesante para hacerlos más sólidos.
Además de alimentos sanos y equilibrados, es importante que las comidas de la persona mayor sean apetecibles. Debemos respetar en todo momento los gustos de la persona mayor y preparar aquellos platos que sabemos que le gustan.
Cuando nos referimos a nuestros mayores, la prevención es la mejor arma que podemos tener. En casos de disfagia en ancianos es fundamental poder averiguar a tiempo lo que está ocurriendo y avisar al personal cualificado. Por ello, en Durcal desarrollamos nuestro reloj de teleasistencia 24/7. Este pequeño salvavidas es capaz de captar las constantes vitales de la persona que lo lleva puesto y avisar a una ambulancia o a la policía con un solo botón.
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